LAS CONSECUENCIAS
DE LA GUERRA EN LA ANTIGUA YUGOSLAVIA
Un
legionario gijonés murió de cáncer fulminante tras
regresar de Bosnia
![](6ast.jpg) |
José
Luis Martos, vestido de legionario, con su hijo. |
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Gijón, A. RUBIERA
La
familia de José Luis Martos, un legionario gijonés que falleció
de cáncer en 1999 tras haber participado en una misión de
varios meses en Bosnia, ha sumado su angustia y su desconfianza a las voces
que se están dejando oír en toda Europa por las consecuencias
que podrían estar afectando a civiles y militares involucrados en
la guerra en los Balcanes.
La
esposa del legionario confirmó ayer que piensan pedir a la Oficina
del Defensor del Soldado que, al menos, se incluya su caso en la investigación
nacional que se está llevando a cabo por los posibles efectos nocivos
derivados del uso de armamento con uranio empobrecido y, sobre todo, los
familiares reclaman del Ministerio de Defensa que no se oculten datos.
«Mi hermano murió de cáncer y estuvo en un hospital
militar así que ellos conocen su caso», indicó ayer
María del Carmen Martos, desde su casa en el barrio de Pumarín.
José
Luis Martos falleció en marzo de 1999, con 37 años, apenas
unos meses después de serle diagnosticado un tumor en el estómago
con metástasis en los huesos y afectación en la columna vertebral.
«Fue fulminante y un golpe muy grande que aún no me creo,
aunque va a hacer dos años de su muerte», decía ayer
su esposa Farima, natural de Melilla, donde estuvo destinado un tiempo
el legionario gijonés.
Martos
llevaba casi 20 años en la Legión –primero en Madrid, luego
en Melilla y finalmente en Ceuta– y su hermana María del Carmen
recuerda que «antes de ir a Bosnia nunca tuvo problemas de salud.
Nada de nada. Era como un roble». El soldado gijonés se ofreció
voluntario para ir en 1994 con la Agrupación Canarias a la zona
bosnia de Mostar. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos reconocieron
recientemente que no sólo en Kosovo, sino también en Bosnia,
por esa época, usaron armamento de uranio empobrecido.
El
legionario gijonés pasó allí más de tres meses,
en su mayor parte actuando como conductor de ambulancia, y su familia recuerda
que había transcurrido muy poco tiempo de su vuelta cuando el militar
comenzó a quejarse de algunos problemas de salud.
«Empezó
con molestias de estómago y vómitos que le daban con frecuencia.
Iba al médico y le decían que era gastritis y cosas así»,
recordó su esposa, Farida. Soportó durante varios años
esas molestias que, con el tiempo, se transformaron en dolores de espalda.
Los médicos de Ceuta le dijeron que se trataba de una hernia discal
hasta que, ante la insistencia de la familia, una analítica detectó
«niveles muy altos de fosfatos de alcalina. El médico se extrañó
mucho y le mandó al Hospital Militar a Madrid», relató
su mujer, que a partir de ahí recuerda un rosario de pruebas médicas
que concluyeron en un diagnóstico fatal. Su marido, el padre de
sus dos hijos menores, tenía un tumor muy desarrollado en el estómago
con metástasis en huesos y afectación de la médula.
«Son
golpes de los que difícilmente te recuperas, porque mi marido era
muy fuerte. Nadie podía esperar algo así», cuenta Farima.
La hermana de José Luis Martos, que mantiene en lugar destacado
de su casa de Pumarín una fotografía de su hermano y su sobrino,
ambos con la indumentaria de legionarios, afirma que sólo tuvo que
oír las primeras noticias sobre los tumores y afectaciones de algunos
soldados de las fuerzas de la OTAN desplazados a los Balcanes para recordar
a José Luis. Su impotencia y la de la mujer de Martos crecieron
al tiempo que su extrañeza porque «nadie nos informa de nada.
Al principio se decía que la duda era sólo por los militares
de Kosovo que tenían leucemia, pero ayer –por el jueves– ya comenzamos
a oír que las enfermedades podían ser muchos tipos de tumores,
y que también se hablaba de soldados de Bosnia. Ahí fue cuando
me alarmé», cuenta Farima.
Ayer,
la viuda y su familia política se pusieron de acuerdo en plantear
su caso al Defensor del Soldado. «Yo he perdido a mi marido y sé
que a él no me lo van a devolver, pero si murió por culpa
de ellos, que lo paguen», dice la esposa. Farima no sabe de uranio,
sólo tiene dudas que despejar. |